La Minifalda
En la parada del autobús, un nutrido grupo espera, en apretada línea, su turno subir al vehículo. Entonces, le llega el turno a una
bella joven
que viste botas altas y una chaqueta a juego con una pequeña minifalda de cuero. La chica se percata que el escalón de acceso al autobús es tan alto, que la mini le va a impedir subir. Sonrojada por la pena, se lleva las manos atrás, buscando la cremallera, la localiza, la baja un tanto y se dispone a subir. ¡Nada! Todavía la falda le impide levantar la pierna para alcanzar el escalón.
Avergonzada, mira al chofer, sonríe tímidamente y, de nuevo, se lleva las manos atrás y baja un poco más la cierre. Pese a todo, todavía la minifalda le impide levantar la pierna para subir. La gente que espera en línea comienza a incomodarse y a protestar.
En aquel momento, el
fornido tipo
que esperaba su turno detrás de ella, la toma por la cintura, y con facilidad la sube al ómnibus como si fuera una pluma. La muchacha, furiosa, se vuelve al desconocido y le increpa:
¡Cómo se atreve a tocarme, descarado! ¡Yo no sé quién es usted, fresco!
Y el hombretón, encogiéndose de hombros, le responde: Lo siento, señorita, pensé que después de haber tratado de abrirme la bragueta dos veces seguidas ya éramos amigos, ¿o no?
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